Le dije que lo haría, sin duda, siempre que pudiera. Dije que no era un autor demasiado prolífico.
-¡No tiene por qué ser prolífico! ¡Basta que no sea estúpido e infantil!-
Recapacitó y dijo-: Prefiero los cuentos que tratan de la sordidez.
¿De qué?- dije, inclinándome hacia adelante.
-De la sordidez. Estoy sumamente interesada en la sordidez
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Ahora tengo otro blog; convive con éste, no lo reemplaza. Un blog para vomitar toda esa sordidez que me invade, porque yo no la prefiero.
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