A la vuelta ya todos habían conseguido una pareja para mantenerse lejos del día, mientras que otros habían abandonado antes del amanecer.
A la vuelta era evidente lo que cada uno había salido a buscar, lo que no se había conseguido.
A la vuelta el auto estaba vacío y a mi me costaba mantener la vista en el camino. Entrecerraba los ojos y jugaba a sacar de foco las luces de la calle, a convertirlas en coloridos círculos de confusión. Por ahí no sé hasta que punto era voluntario, venía llorando desde hace varias cuadras.
Sintonicé la radio como pude. Mirar el camino, las luces, manejar y llorar, todo al mismo tiempo puede resultar difícil, sobretodo cuando son las 7 de la mañana y te pasaste las horas entre cortinas de humo y chicos que te sacan a bailar como si, en caso de aceptar, te prometieran que nunca jamás vas a volver a lagrimear escuchando una canción de los Beach Boys; porque se puede amar como en una canción de los Beach Boys, pero también se puede sufrir inconmensurablemente.
Me topé con una de esas canciones que bien podría cantar un centroamericano adicto a la heroína, demasiado enamorado de su prima, la cual censuré apretando ciegamente
el primer botón que encontré.
Ya con más tranquilidad, en la suspensión de un semáforo, puse play al disco de los Stones que descansa en la compactera desde que me lo compraron.
El bajo de Miss you empezó y encaré para la ruta. Todo muy sincronizado, como en un video clip; cuando era chica me creía viviendo constantemente en un video clip,
ya sea caminando en la calle sin que nada me importe, en un auto mirando el paisaje, frente al espejo... acá era parecido. Sonaba esta especie de canción disco, con
una melodía que invita al baile solitario, lento y una letra que te sopapea y, cuando ve que estás desparramado por el suelo, te pega unas patadas en seco. No vaya a ser
cosa que te vuelvas a parar y sigas bailando.
Una vez leí que un periodista norteamericano adjetivaba a Miss you como una canción "desoladora". A mi siempre me transportó a las 5 de la mañana, en el ocaso de una fiesta que prometió pero no cumplió. Cuando ya sabés que te volvés solo, cuando no conociste a nadie que te cambie nada, cuando empezás a pensar en quien te rompió
algo más que el corazón y, desde una silla incómoda, semi acostado, observás como los demás parecen haber alcanzado todo aquello que buscaban y vos sólo seguís
perdiendo. Miss you sonaría en el momento en que me quiero volver a casa pero no tengo fuerzas, cuando el hielo ya se derritió y se convirtió en un agua intomable,
cuando caes en la cuenta de que estabas enamorado pero ahora solo querés olvidar; porque cada vez que pensás en esa persona, la vida se convierte en una fiesta que todos disfrutan, con recital de tu banda favorita en vivo incluida, pero vos estás sordo y no podés ver nada de tanto llorar.